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Este trabajillo lo he terminado este fin de semana. Tenía por ahí olvidada, al fondo de un armario, una caja de puros de cuando se casó mi cuñada con algún que otro puro de esos que te dan en las bodas... El caso es que la vacié, le quité las bisagras y empecé dándole un par de manos de guesso a toda ella. La separaciones interiores las hice con cartón duro y las pegué con pegamento caliente. Una vez seca, le apliqué otras dos manos pero, esta vez, de pintura acrílica de color Buttermilk. Recorté de una lámina de decoupage que había comprado hace tiempo los dibujos y los repartí por la caja de puros tanto por el exterior como por el interior, pegándolos con una cola especial para decoupage.
A continuación, apliqué a la caja cuatro manos de barniz al agua y, una vez secas, craquelé el exterior de la caja. Después, mezclé un poco de cera con betún de judea, apliqué esta mezcla al exterior de caja con un pincel y, antes de que se secase, procedí a quitar el exceso con un trapo. De esta forma, conseguimos que el craquelado luzca más y quede más visible. Para terminar, sacamos brillo con un paño. El resultado no puede ser mejor. Por una parte, hemos reciclado la caja y, por el otro lado, la hemos llenado de cosillas que andan siempre por ahí sueltas y desordenadas.